viernes, 15 de mayo de 2009

Calles


Caminamos recto por una calle, dirigiéndonos obviamente hacia la siguiente esquina. Aquí sólo nos esperan tres alternativas. Izquierda, derecha, o adelante. Nada fuera de lo predecible, ningún camino distinto al que otros hayan hecho antes. Otra vez la misma rutina repetida por generaciones y generaciones. Demasiada monotonía. Exactamente la misma monotonía reinante en nuestras vidas.
Las calle cobra un sentido que expresa simbólicamente que estamos atrapados en esta cárcel llamada ciudad. Todos son espejos de todos. Todos suben al carro de la desventura para recorrer el camino de la infelicidad. Una calle nos recuerda que no podremos escapar al destino impuesto, a la tortura diaria de hacer lo mismo una y otra vez. Es una limitación de libertad, condiciona nuestro movimiento. Caminamos sólo en cuatro direcciones, no podemos permitirnos la aventura de andar sin fronteras, de movernos hacia donde queramos. Somos inválidos. Vamos rengueando por la vida, soñando con volar como las aves, pero sin poder caminar como una tortuga siquiera.
Que más podemos pedir a la vida si estamos dispuestos a caminar por la rectitud de las calles, si andamos por donde nos dicen que andemos. ¿Cómo esperar a que no seamos lo que nos dicen que seamos?

6 comentarios:

Juan Carlos López dijo...

Son condicionantes de la cives cuando esta no se concibe como un espacio de encuentro y de intercambio entre seres iguales, pero diferentes, sino como camino hacia el refugio o senda hacia el reclamo de las sirenas del consumo.

solsiyonka dijo...

Sí, en realidad se puede considerar que es un pequeño espacio que escapa a las fronteras de la propiedad privada. Pero en cierta manera también funciona imponiendo límites. El hombre no se aventura hacia donde no hay camino. Actúa como un eslabón que nos une al sistema.

Tribal dijo...

Che te lastimaste una pata?

Ah no...
entendi ahora.

Buena reflexion, aunque ya vamos a poder ir para arriba, dale unos años mas a los futuristas.

Saludos!

sonia dijo...

arriba ese optimismo! vení al campo a vivenciar la experiencia de elegir hacia dónde caminar... o sentarte mirando el sol, o acostarte a mirar el cielo y dejar que tus pensamientos te paseen entre las nubes!

solsiyonka dijo...

De hecho, tribal, andaba con una pequeña llaga que me molestaba. Pero bueh, eso no viene al caso. Si se van todos para arriba, lo pensaría dos veces, creo que me quedo abajo.

Tranquila sonia, que no estoy deprimido, sólo reflexiono, estoy lejos de atarme la soga al cuello todavía. Sí, necesito mas que nada un buen viaje. Me vendría bien alejarme de la ciudad.

sonia dijo...

Alejarte de la ciudad puede tener como consecuencia varias alternativas. Se me ocurren dos: que decidas abandonarla y camines en esa dirección; que vuelvas a ella habiendo tomado un poco de distancia y la mires desde otra perspectiva.
Si no la abandonás podés intentar amigarte.
Uno se cree condicionado por el lugar en que nació o "le toca" estar. Sin duda que eso deja su impronta para siempre. Pero en cuanto al hoy, se puede modificar el "estar".
Este intento tuyo de prestarnos tus reflexiones lo entiendo como que no te dejás enjaular por la ciudad. Nunca tu alma ni tu mente serán enjaulados...sin tu consentimiento!
Muchas personas viven en ciudades pueblerinas como la mía y añoran la vida de la gran ciudad, otros le temen, otros la aprovechan para pasear.
Saludos